Thomas Wolfe: 3 obras destacadas

Fue un escritor nacido en el pueblo de Asheville, en el estado de Carolina del Norte, Estados Unidos el 3 de octubre del año 1900. Falleció en la ciudad de Baltimore, Maryland el 15 de septiembre del año 1938.

Es considerado como uno de los grandes escritores del siglo XX, y ha inspirado a los autores de las siguientes generaciones.

Sus principales trabajos fueron cuatro novelas de gran tamaño, algunos cuentos y fábulas regionales, poesía sencilla y algunas obras dramáticas. Una característica propia en su trabajo sería el estilo de escritura prosa, donde suele agregar fragmentos poéticos a sus textos constantemente.

Sin duda una gran vida y un talento enorme, el cual acabaría demasiado temprano para el gusto de la mayoría. Thomas Wolfe muere a tan solo los 38 años de edad, a lo cual el mundo de la literatura perdió uno de sus más grandes pioneros, claro está, conservando todas sus obras literarias como experiencia para los siguientes escritores.

3 obras destacadas de Thomas Wolfe


El ángel que nos mira (1929)

El ángel que nos mira (1929)
El ángel que nos mira (1929)

William Oliver Gant, cuyos antepasados ​​se habían asentado en Pennsylvania, había sido aprendiz de cantero. Se trasladó finalmente al Sur y, después de dos matrimonios, llegó a Altamont, pequeña ciudad de montaña que es el equivalente ficcional del Asheville natal del autor. Allí conoció a Eliza Pentland, que venía de una establecida y excéntrica familia de esa región.

Después de un noviazgo formal se casó con ella. Incluso entonces, Gant era un hombre salvaje y exuberante, capaz de tener borracheras épicas y dueño de una vitalidad indomable. A finales del siglo XIX, con más de 50 años, concibió su último hijo. Con esta introducción extraña y retrospectiva se establecen las circunstancias de los primeros años de Eugene Grant y los eventos de su primera infancia se graban y cuentan extensamente.


Del tiempo y el río (1935)

Del tiempo y del río (1935)
Del tiempo y del río (1935)

Eugene se embarca en un viaje hacia el Norte. Después de haber dejado la universidad en su estado natal, está convencido de que se ha convertido en testigo y repositorio de una vasta y panorámica serie de imágenes que, en conjunto, revelan las innumerables caras de América.

Con el avance del viaje, lo embarga una sensación de huida del misterio oscuro y lúgubre del Sur hacia la libertad y la promesa luminosa del Norte, con sus ciudades brillantes y sus esperanzas extravagantes. Las llanuras, los picos y los valles que conforman el paisaje sobre el que pasa, así como los innumerables pueblos y ciudades a lo largo del camino, nos hablan a través de Eugene de la diversidad ilimitada de los Estados Unidos.


El niño perdido (1937)

El niño perdido (1937)
El niño perdido (1937)

El niño perdido es una novela corta que gira en torno a nuestro mecanismo de memoria; la capacidad que tiene el ser humano para olvidar y para recuperar lo olvidado, cuando se trata de una necesidad vital, de rememorar momentos, recomponer escenas, después de la muerte de un niño que va a estar por siempre perdido.

Los recuerdos como destellos que se encienden, que se apagan: «La luz vino y se fue y vino de nuevo». La vuelta a la infancia. El cambio que se produce después de experimentar una pérdida: «Aquí está la Plaza, aquí la permanencia y aquí el tiempo, y todo esto sigue siendo como siempre ha sido, excepto yo». El desorden temporal. La muerte de un hermano, las sombras. El eco que pronuncia su nombre, Grover. Las imágenes que quedan del hermano fallecido. Y lo que habita en el mundo en su lugar, en su ausencia: «Tanta crueldad, tanto rastrojo seco, tantos pinos, tanto lodo a su alrededor, encima de él».

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