El silencio de la oración aparece, a quien a él acude, como un mundo habitado por palabras, signos, presencias y rostros; pero, sobre todo, habitado por la Palabra de Dios. Esta, como enseñan los Padres, crece con quien la lee, la escucha y reza con ella. No se aprende una lengua en un solo día y en un momento emotivo. En la oración siempre somos como los niños. Esta es la condición verdadera ante Dios: ser hijos y niños. Jesús, que es compañero y maestro en la oración, nos ha enseñado a decir con él y con los hermanos: «Padre nuestro…».

La oración, la palabra, el rostro
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El silencio de la oración aparece, a quien a él acude, como un mundo habitado por palabras, signos, presencias y rostros; pero, sobre todo, habitado por la Palabra de Dios. Esta, como enseñan los Padres, crece con quien la lee, la escucha y reza con ella. No se aprende una lengua en un solo día y en un momento emotivo. En la oración siempre somos como los niños. Esta es la condición verdadera ante Dios: ser hijos y niños. Jesús, que es compañero y maestro en la oración, nos ha enseñado a decir con él y con los hermanos: «Padre nuestro…».
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| Autor | |
|---|---|
| Estado | Bueno |
| Número de páginas | 200 |
| Editorial | Ppc Editorial |
| Idioma | |
| ISBN | 9788428837286 |



