Es imposible hablar de autores barceloneses de la era moderna sin hacer mención de Enrique Vila-Matas, quien cuenta con una larga trayectoria de obras literarias de todo tipo que le han otorgado el reconocimiento internacional.
Los escritos de Vila-Matas han sido traducidos a más de 30 idiomas, pero la literatura no siempre fue el destino del autor. Fue estudiante de Derecho y Periodismo, lo cual lo llevó a escribir para el diario de cine Fotogramas.
En la década de los 70, se abre paso al mundo del arte, pero no mediante escritos sino con cortometrajes de índole trágico. Además, extendió su experiencia artística al formar parte de películas como actor en catalán.
Es en esta época cuando Vila presta servicio militar en la localidad de Melilla, momento durante el cual se inspira para escribir su primera obra.
Al retornar a su ciudad natal, adquiere notoriedad como crítico de cine. Pero no es hasta que viaja a París en 1974 que se inspira a continuar escribiendo.
A partir de ahí, construye una trayectoria de éxitos, dándose a conocer internacionalmente décadas más tarde, a inicios del siglo XXI.
Mientras publica sus novelas, continúa trabajando como redactor para publicaciones como Le Megazine Littéraire de Paris y el diario español El País en la sección de cultura.
Este autor cuenta con grandes historias en su repertorio literario. Es por ello que, a manera de tributo a su legado, presentamos una breve descripción de los 3 escritos más notorios de Enrique Vila-Matas.
3 libros destacados de Enrique Vila-Matas
El viaje vertical (1999)
A pesar del reconocimiento con el que ya el autor contaba, Vila-Matas no adquiere fama internacional sino hasta el año 1999 a través de su octava novela titulada El viaje vertical.
Esta historia narra la vida de Federico Mayol, un señor jubilado, abandonado por su esposa justo luego de cumplir 50 años juntos.
El peculiar estilo de narración del autor lleva al lector por un viaje de melancolía en el cual el protagonista busca hallar un nuevo propósito con su mayoría de edad, encontrando motivación a través de sus seres queridos.
Gracias a esta singular novela, Vila-Matas adquiere diversos galardones, incluyendo el muy prestigioso Premio Rómulo Gallegos en el año 2001.
Un dato curioso es que el año próximo, el autor e íntimo amigo de Vila-Matas, Roberto Bolaño, sería el receptor del mismo galardón.
Otro aspecto particular asociado a esta novela es que los nombres de los capítulos derivan de frases que pertenecen a otros autores, incluyendo a Vicente Huidobro y Platón.
Vila-Matas le ofrece una dedicatoria a su esposa en esta obras. Es inicialmente publicada en 1999 por la editorial Anagrama, pero luego la editorial Quinteto de Madrid modifica el diseño y la portada del libro para su reimpresión del 2006.
El mal de Montano (2002)
Tres años después del éxito que rodeó a El viaje vertical, Enrique Vila-Matas publica El mal de Montano mediante la editorial Anagrama en noviembre de 2002, alcanzando un nivel de notoriedad igual de significativo.
Esta novela presenta una estructura que destaca en la trayectoria del autor, pues está dividida en cinco capítulos. La fama de la obra está asociada el estilo íntimo que presenta el escritor en su narrativa.
El mal de Montano cuenta la historia de un crítico de la literatura, quien escribe un diario personal en el cual cuenta acerca de su enfermedad: vive todo a través de la literatura.
A pesar de que intenta batallar contra ello, su enfermedad empeora progresivamente, y el diario se empieza a convertir cada vez más en una novela de ficción.
Gracias a esta obra, Vila-Matas recibió el Premio Herralde y el Premio Nacional de la Crítica, ambos durante el año de su publicación.
París no se acaba nunca (2003)
Un año luego de publicar El mal de Montano, el escritor regresa a la literatura con París no se acaba nunca, una obra que resalta por la narrativa llena de ironía en la cual el autor revisita las lecciones que aprendió en la capital francesa en los 70.
Es la novela más autobiográfica de Vila-Matas, quien explora el proceso de redacción de su primer libro y los consejos que recibió durante la creación.
París no se acaba nunca muestra a un Enrique Vila-Matas más personal de lo que se había apreciado antes, lo cual le otorgó popularidad a la obra.
