Biografía
Poeta húngaro, nacido en Budapest en 1905 y fallecido en Balatonszárszó en 1937. A pesar de su corta vida, a la que él mismo puso fin, dejó un riquísimo legado poético que, desde un enfoque dominado por la metáfora y el símbolo, alcanza cotas de elevada expresión mística y le convierte en uno de los mayores poetas húngaros del siglo XX.
Venía de una familia muy humilde. Su infancia estuvo condenada a las privaciones y miserias, lo que le obligó a emplearse en diferentes oficios en cuanto tuvo edad para ganarse la vida por su cuenta. No obstante, desde muy temprana edad había dado muestras de poseer una notable capacidad intelectual y una acusada sensibilidad literaria, por lo que en juventud consiguió una beca que le permitió matricularse en la Universidad de Szeged para cursar estudios superiores de Filosofía y Letras. Posteriormente, su buen rendimiento estudiantil hizo posible que le sufragaran la ampliación de estos estudios en diferentes ciudades europeas (como Viena y París). Finalmente, al regresar a Budapest, ya acompañado por un cierto reconocimiento intelectual, puso su esfuerzo y sus conocimientos al servicio de la causa obrera.
Ideas políticas
Durante su juventud, solicitó su ingreso en el Partido Comunista. A pesar de este entusiasmo, su condición de activista político le acarreó más sinsabores que recompensas, ya que desde el mismo instante de su llegada a las filas comunistas manifestó un talante independiente que le llevó a extremar su celo crítico en el análisis del propio marxismo. Esto hizo que en 1932 fuera expulsado del movimiento obrero bajo la acusación de no identificarse con la línea ortodoxa del Partido Comunista, expulsión que precipitó su decisión de consagrarse de lleno a la creación literaria.
Su obra
Attila József afrontó con verdadera fortuna todos los temas e incitaciones de su universo poético y cotidiano, aunque en su obra podemos distinguir dos vertientes principales: la de la poesía civil y la de la amorosa.
Llevó una vida atormentada por diferentes motivos, lo que lo empujó a relacionarse con el psicoanálisis y a someterse a su terapia. Tras una de sus sesiones terapéuticas compuso El cuaderno de ideas libres (1936), impresionante poema dadaísta que permaneció inédito durante cincuenta años. Ese mismo año fundó una revista, La palabra hermosa. Un año después, enfermo, cansado y desilusionado, se quitó la vida al arrojarse a las vías del tres.
Poema del autor
No soy yo quien grita
No soy yo quien grita
No soy yo quien grita: es la tierra que ruge.
¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡El diablo ha enloquecido!
Escóndete en el fondo limpio de los manantiales,
fúndete al cristal de la ventana,
ocúltate tras los fuegos de los diamantes,
bajo las piedras, entre los insectos,
escóndete en un pan recién salido del horno.
Oh, tú, pobre, mi pobre.
Con el fresco aguacero fíltrate en la tierra.
En vano hundes tu rostro en ti mismo,
solo podrás lavarlo en otro rostro.
Sé la delgada arista de una brizna
y serás más grande que el eje de este mundo.
Oh, máquinas, pájaros, frondas, estrellas,
nuestra estéril madre pide a gritos parir.
Querido amigo, cariñoso amigo.
ya sea terrible o maravilloso,
no soy yo quien grita, es la tierra que ruge.