En su tercera encĂclica, el papa nos habla de una fraternidad universal, abierta a todos. En ella, tomando como referencia a san Francisco, nos propone una fraternidad sin fronteras de idioma, cultura o religiĂłn.
En Fratelli tutti, el pontĂfice denuncia nuevas formas de egoĂsmo como son el individualismo y el desinterĂ©s por el bien comĂșn de una cultura globalizada y digital que en ocasiones fomenta el odio, la agresividad y los fanatismos. A travĂ©s de sus pĂĄginas nos muestra una sociedad del descarte que rechaza a los mĂĄs vulnerables: los ancianos, los jĂłvenes, las mujeres y los migrantes.
En estas lĂneas, Francisco nos advierte del peligro que supone ignorar la historia. Al mismo tiempo que propone el perdĂłn como soluciĂłn a tantos conflictos, afirma que no debemos olvidar los sucesos del pasado para no repetir las mismas atrocidades. Asimismo, el papa señala los lĂmites de populismos y liberalismos, señalando cĂłmo la pandemia ha mostrado -entre otras cosas-la vulnerabilidad del sistema y de las personas.
En Fratelli tutti, el santo Padre nos anima a pensar y trabajar para crear un mundo abierto. Ante las carencias e injusticias nos propone responder con el amor, en un fecundo intercambio que combina lo local con lo universal, rechazando la xenofobia y el racismo. Por Ășltimo.nos exhorta a fomentar el diĂĄlogo y la amistad, a «recuperar la amabilidad» y «recomenzar desde la verdad». Proponiendo como ejemplos a Gandhi, Martin Luther King o los Padres de la UniĂłn Europea concluye que las religiones nunca deben llevar al odio o la violencia, sino estar al servicio de la fraternidad y de la construcciĂłn de la paz.







