El placer de amar: more joy of sex

Esta segunda parte se ocupa, como es lógico, de lo que no se dijo en la primera. No se exponen métodos nuevos ni técnicas aún más complicadas (al fin y al cabo, todo tiene un límite), sino que se tratan dos aspectos importantes: el relativo al desarrollo personal y el que se refiere al aspecto de relación que tiene la sexualidad. El primero es importante porque, aunque hagamos el amor, o debamos hacerlo, por placer, la gente lo disfruta más, como sucede con Beethoven, según aumenta la comprensión del fenómeno y la madurez que proporciona. Más aún, lo bueno del sexo «para gourmets» no reside en una elaboración apresurada, aunque ésta pueda resultar divertida, sino en la extraordinaria virtud que tiene de hacernos mejores a nosotros mismos, ciudadanos de una cultura ex-puritana. En cuanto al aspecto de relación, la gente que ya no se inquieta ante el sexo “per se» está sumida en un confuso racimo de fantasías, tradiciones y cambios en la actitud social acerca de lo que puede esperarse del amor, del matrimonio y de todas estas cosas. Los temores que solían acompañar al descubrimiento de la sensualidad gravitan ahora en torno a la revisión del concepto de fidelidad, no poco complicado a causa de los dogmas socio-religiosos, los sentimientos íntimos, las exigencias de la fantasía y las actitudes profundamente posesivas instiladas en el marido y en la mujer por la religión, los amigos, las tradiciones y las normas del Derecho.