La importancia de llamarse franco. el negocio inmobiliario de doña pilar

«Doña Pilar Franco, doña María Queipo de Llano, el abogado de ambas, don Alfredo Gómez de la Serna, registrador de la Propiedad de Ocaña, y el notario de la misma localidad, don Miguel González Rodríguez, consiguen inscribir en el Registro de la Propiedad una finca inexistente, inventada por un conocido delincuente en un documento falsificado que el propio falsificador escamotearía más tarde. La finca inventada, a la que el falsificador atribuyera 87.500 metros cuadrados, fue sucesivamente ampliándose a 100.000, 137.000 y, por último, a 202.000 metros cuadrados. De no producirse las «previsiones sucesorias», la finca podría haber llegado, dada su elasticidad, hasta Guadalajara. De todas formas, los metros cuadrados inscritos fueron valorados en el año 1971 por el arquitecto y teniente coronel de Aviación don Luis López del Rego en más de dos mil millones de pesetas de las de entonces. Para mayor escarnio, el falsificador fue gratificado por los beneficiarios de la invención con 20.000 pesetas el día antes de ser internado, contra su voluntad, en un remoto asilo de ancianos, en donde, confeso y contrito, entregó su alma a Dios. Este es el relato increíble, pero cierto, de tan fabuloso negocio inmobiliario, en cuya trama se combinan, en parecidas dosis, la picaresca, la desfachatez, la codicia, la corrupción, la ingenuidad o la estulticia de diversas personas, funcionarios y organismos públicos.».