After dark (spanish edition)

Cerca ya de medianoche, Mari, sentada sola a la mesa de un restaurante, se toma un café, fuma y lee. Un joven la interrumpe: es Takahashi, un músico al que ha visto una única vez, en una cita de su hermana Eri, modelo profesional. Ésta, mientras tanto, duerme en su habitación, sumida en un sueño profundo, «demasiado perfecto, demasiado puro». Mari ha perdido el último tren de vuelta a casa y piensa pasarse la noche leyendo en el restaurante; Takahashi se va a ensayar con su grupo, pero promete regresar antes del alba. Mari sufre una segunda interrupción: Kaoru, la encargada de un «hotel por horas», solicita su ayuda. Mari habla chino y una prostituta de esa nacionalidad ha sido brutalmente agredida por un cliente. Dan las doce. En la habitación donde Eri sigue sumida en una dulce inconsciencia, el televisor cobra vida y poco a poco empieza a distinguirse en la pantalla una imagen turbadora: una amplia sala amueblada con una única silla en la que está sentado un hombre vestido de negro. Lo más inquietante es que el televisor no está enchufado…

The Washington Post – Michael Dirda

After Dark is a short book, hypnotically eerie, full of noirish foreboding, sometimes even funny, but, most of all, it’s one that keeps ratcheting up the suspense. At times, the novel recalls those unsettling films of Jean-Luc Godard or Michelangelo Antonioni where something dire seems always about to happen, even as attractive young people, full of anomie and confusion, meander aimlessly through an ominous urban landscape. The entire action of After Dark takes place over the course of just one night, starting at four minutes to midnight and ending at 6:52 a.m. That action is conveyed to us from a hovering eye-in-the-sky viewpoint, as if a camera were floating invisibly through each chapter, recording what it sees but sometimes also talking directly to the reader.