Una de las figuras más reconocidas tanto en la literatura como en el cine español es Julio Llamazares, un icónico guionista y narrador de la era moderna quien ha construido una larga carrera de éxito tras éxito desde el año 1983.
El autor nace en 1955 en la localidad desaparecida de León, Vegamián, en la cual su padre era maestro justo antes de la inundación de la región.
Su familia es de hecho del pueblito leonés llamado La Matica, el cual le sirvió de inspiración al escritor para ambientar obras tales como El río del olvido.
Luego de que Vegamián quedara destruido, la familia Llamazares se dirige a Olleros de Sabero, otro pueblo. Es por ello que la vida rural marca al autor y se hace presente en sus escritos.
Aunque hoy en día lo conocemos por su fantástica trayectoria literaria, Julio Llamazares se licencia en Derecho. No obstante, deja de trabajar en la profesión con el fin de dirigirse al periodismo, tanto en escritura como en radio y televisión.
Gana cierta notoriedad como periodista en Madrid, localidad en la cual se quedaría por el resto de su vida.
Es en el territorio madrileño donde Llamazares comienza a explorar a la escritura, publicando sus primeras obras en la década de los 80.
Las novelas y los poemas de este escritor fueron recibidos con aplausos por la crítica española, llegando a obtener algunos galardones por ello.
En esta publicación, exploramos las 3 obras más famosas de Julio Llamazares, con una breve descripción de cada una.
3 libros destacados de Julio Llamazares
Luna de lobos (1981)
Luego de publicar un pequeño relato en el año 1981, Llamazares se enfoca en su primera novela, Luna de lobos, que saldría a la luz cuatro años más tarde y sería recibida con furor por la audiencia española.
Luna de lobos se ambienta en la época siguiente a la guerra civil de España y las consecuencias humanas de los combatientes que participaron en ella.
A pesar de hacer referencias históricas y políticas a lo largo del escrito, el estilo narrativo de Llamazares destaca por describir el instinto de supervivencia que se mantuvo con estos hombres, y que los puede empujar a un abismo de locura.
Es por ello que el aspecto que más destaca de esta obra es la perspectiva literaria de Llamazares, con un poder de intrigar al lector hasta la última página.
Luna de lobos llevó a Julio Llamazares a ser finalista del Premio Nacional de Literatura.
El éxito de la novela se reflejó en su adaptación cinematográfica algunos años más tarde, protagonizada por Santiago Ramos y Antonio Resines.
Su impacto continúa presente hasta la actualidad. En 2017, la editorial Peter Owen Publishers sacó a la luz una nueva traducción al inglés bajo el nombre Wolf Moon recibió cierta atención del público.
La lluvia amarilla (1984)
Tres años después de Luna de lobos, Julio Llamazares regresa al panorama literario en España con La lluvia amarilla, que se presenta como monólogo de la última persona de una localidad abandonada.
Es una obra llena de tristeza y nostalgia, cuyo nombre se debe a la lluvia de hojas del otoño cayendo y recordando a quienes conoció en aquel pueblo fantasma.
Se trata de un interesante relato que lleva al lector por un viaje en la mente del protagonista mientras se sumerge en su propia soledad.
No obstante, la novela no resulta para nada tediosa gracias al léxico utilizado por el autor, que al igual que en Luna de lobos, mantiene la intriga en la audiencia.
La lluvia amarilla comparte otra semejanza con su antecesora. Esta novela también fue finalista del Premio Nacional de Literatura, esta vez en el año 1989.
Distintas formas de mirar el agua (2015)
Llamazares continúa recibiendo aclamación a lo largo de su trayectoria. Pero no regresa al éxito de sus primeros escritos hasta el año 2015, con la publicación de Distintas formas de mirar el agua, su obra más autobiográfica.
A través de esta novela, el autor narra acerca de la inundación de su pueblo natal de Vegamián, creando personajes que fueron los últimos de salir de la localidad, a los que se reubican lejos del lugar.
Distintas formas de mirar el agua fue elogiada por la crítica, otorgándole a Llamazares el lugar de finalistas en el Premio de la Crítica de Castilla y León.